Para 1970 y 1980, la bachata fue malignizada por la sociedad
dominicana por su asociación con la pobreza, el atraso rural, la
delincuencia, la embriaguez y la prostitución. Consciente de la mala
opinión que su música generaba en ciertos sectores de la sociedad,
algunos bachateros como Leonardo Paniagua y Luís Segura trataron de
distanciarse del género a través de la grabación de versiones de baladas
y otros estilos musicales mucho más aceptados provenientes del
extranjero...
Otros bachateros a su vez adoptaron el estilo de vida de las
zonas urbanas y bares donde la bachata era cantada libremente y sus
temas eran acerca de la bebida, las peleas y los burdeles. El cantante
que mejor expreso y fue conocido por vivir esa vida fue el bachatero
Marino Pérez. Con sincero sentimiento y humor oscuro, Pérez cantó la
historia de bares y barrios donde los amantes celosos peleaban, los
hombres y las mujeres se traicionaban entre sí, los insultos son objeto
de comercio y la botella de ron siempre omnipresente. Esto no fue una
vida ficticia para Pérez, él realmente la vivió, y este mundo y forma de
vida finalmente lo mató.
Marino Pérez nació en Guayabo Dulce, un campo cerca de la ciudad
oriental de San Pedro de Macorís. Su edad difícil de saber incluso los
más cercanos a él dudan en adivinarla; durante su juventud era un hombre
muy apuesto con mucha vitalidad, para mediados de 1990 el alcoholismo
había transformado sus facciones y lucia mucho mayor de lo que realmente
era. Marino aparece en la escena de la bachata en 1969 cuando se
traslada a la capital dominicana, Santo Domingo. A sugerencia de Manuel
Menegildo de Marisol Records, solicito la ayuda del guitarrista Edilio
Paredes para grabar su primer solo. Pero Edilio para ese momento estaba
simpatizando con la idea de convertirse en un cristiano evangélico, nada
que ver con el oscuro mundo de la bachata. En lugar de él, Pérez grabo
la canción con el guitarrista Augusto Santos, "El trago de olvidar",
convirtiéndose en un clásico instantáneo que aun hoy en día sigue siendo
uno de las canciones más populares de Pérez.
Marino pasó a grabar éxito tras éxito, glorificando así la vida del
cabaretero. Estuvo acompañado siempre en sus canciones y en sus
aventuras por su segunda guitarra; su compañero y paisano oriundo de San
Pedro el Chijo Osoria; sus diálogos en los inicios de las canciones de
Marino se convirtieron en una marca registrada de la bachata cabaret.
Mujer: "Perdóname, papi, por piedad..." Chijo: "Marino, perdona pero esa
pobre mujer". Marino: "Ah, pero es que tu no sabes, lo que me hizo esa
sinvergüenza... no, no y no, por mi que se muera".
Las historias que los demás bachateros pueden contar sobre Pérez
podrían provenir de sus canciones. Una vez Julio Angel, el autor de la
exitosa pieza "El Pajón", visitó a Marino en San Pedro. Una noche de
farra pasaron los dos bebiendo en un prostíbulos hasta la inconciencia,
cuando Julio Angel despertó no veía señal de Pérez o de su guitarra, la
misma que los había acompañado durante su noche de farra mientras ellos
cantaban y bebían. Pérez fue a la casa donde había pasado la noche
anterior, pero no encontró rastro de ambos, entonces comenzó a recorrer
todos los bares y burdeles que él sabía que Marino frecuentaba. Todo el
mundo le decía que habían visto a Pérez y a la guitarra pero ya se
habían ido. Por último Julio Angel llegó a un cabaret donde vio su
guitarra detrás de la barra, le dijo al cantinero que esa era suya y el
cantinero le respondió que Marino la había utilizado para poder cubrir
la cuenta y seguir bebiendo después de que su dinero se había agotado.
Julio Angel recuerda que le tomó a Pérez casi tres meses poder recuperar
la guitarra y tener a Julio en la capital. Otro bachatero recuerda que a
él y a Pérez, Massimino Sánchez un promotor musical les pago por las
venta de disco con un intercambio con los propietarios de Colmados (una
tienda al mayor) a razón de 2,45 por botella de ron.
La música de Marino Pérez tiene todas las características que
hicieron la bachata tan popular y al mismo tiempo tan difamada. Por un
lado esta la emoción de su voz, a veces desolada y en otras llena de
energía y júbilo, caracteristicas de los cantantes del campo en el
Caribe. Sin ningún tipo de entrenamiento y en algunos casos descuidado,
Marino generalmente cantaba fuera de tono, incluso en algunas de sus más
famosas grabaciones, dándole a los críticos de la bachata material para
sustentar sus argumentos. Sin embargo, lo audaz de su canto y su estilo
único lo hicieron atraer a un buen público de amantes de la bachata y
sus canciones hoy en día siguen siendo unas de las más amadas y
recordadas entre el repertorio clásico de la bachata. Si bien con Edilio
Paredes y Augusto Santos hizo algunos de sus mejores trabajos, también
es cierto que muchas de las críticas que se le dieron a la bachata
durante los años 1970 y 1980, con respecto a la mala calidad del sonido,
el canto y maestría musical, en el caso de Pérez son mucho más ciertas,
él fue un prolífico compositor y era conocido por grabar
aproximadamente treinta canciones en una sola tarde, este tipo de
producción, naturalmente, podría resultar en letras y melodías
repetitivas y con un resultado en la grabación de poca calidad. Pese a
ello Pérez fue probablemente el bachatero de mayor venta de su época,
casi todas sus producciones se convirtieron en un éxito. A diferencia de
muchos bachateros la mayoría de las canciones de Marino fueron
composiciones propias, llenas de dolor, frustración, orgullo y humor de
una vida que se desvaneció en el tiempo.
Pérez continuo grabando y vendiendo un sin numero de canciones
durante el decenio de 1980, incluso varias de sus canciones mas
populares fueron grabadas en merengues por artistas como Wilfrido
Vargas. Para el momento que Marino murió a mediados de los 90 la bachata
se estaba moviendo en una nueva dirección con la prevalencia de letras
más suave y la introducción de innovaciones como la guitarra eléctrica.
La nueva generación de jóvenes aficionados a la bachata incluso aquellos
que están familiarizados con bachateros como Luís Segura y Leonardo
Paniagua, no reconocen el nombre de Pérez a pesar de la enorme
popularidad que una vez gozo. Sin embargo, su legado es recordado a
pesar que su nombre se desvanece en el tiempo. Algunas de las canciones
de Marino se popularizaron en la República Dominicana aun cuando el
nombre del autor se olvida, sus letras son ahora de conocimiento público
y forman parte de la memoria colectiva. Es difícil determinar la
influencia que puede haber tenido Marino en las futuras generaciones de
bachateros, quienes han buscado a artistas como Segura, Eladio Romero
Santos y Blas Durán de inspiración, pero para el cabaret bachatero,
Marino sigue siendo un icono; vivió la historia de la música, tanto como
autor y como personaje y murió de la misma manera. A pesar del paso del
tiempo, las canciones de Marino están inspiradas en el Jíbaro de Puerto
Rico su soledad, angustias de una vida en decadencia y la alegría de
una serenata en una noche
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