Cuando la policía recibió un llamado de una familia que estaba cautiva
en un cuarto con su perro, no esperaban encontrarse a este inusual
sospechoso: un gato de 10 kg con un “historial de violencia”. El gato
comenzó a arañarle la cara al bebé de siete meses de la familia y cuando
lo encerraron, enloqueció. Mientras Lux, el gato himalayo, bloqueaba la
puerta, el padre llamó a la policía y les advirtió que tuvieran mucho
cuidado. Los oficiales lograron meterlo en una trasportadora de viaje y
Lux quedó bajo la custodia de la familia, pero tras las rejas.
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